Agosto
nos secó las venas,
sucia
sanguijuela
que
se emborracha de nuestra savia,
obsceno
cirujano
que
me extirpa el agua y la raíz.
Llegó
con su luz incandescente
y
nos quemó la brisa,
nos
ahogó el aire y la sal,
selló
nuestras grutas subterráneas.
Agosto
llegó, sangriento,
con
ropa sucia en las manos,
y
nos incendió el alma y sorbió nuestros sesos,
obsceno
cirujano
que
nos arranca al feto de los brazos.
Nos
secó las lágrimas con su luz insoportable
y
enraizó en nuestra tierra,
violó
nuestros bosques y laderas
y
selló nuestros ojos calcinados.
Y
cruje, y cruje, y cruje...
Sangrienta
sanguijuela.
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